sábado, 9 de marzo de 2024

EL ABANICO DE COMBATE.

 

INTRODUCCIÓN.

Me imagino que en más de una película china de artes marciales habréis visto como el protagonista o uno de los personajes secundarios lucha usando como arma un abanico, no penséis que es una de las bromas o exageraciones que se suelen hacer en este tipo de películas, el abanico de combate es una más de las armas del extenso arsenal de las artes marciales chinas.

 

HISTORIA.

El primer abanico de la historia de la humanidad nació en China, y sus orígenes son tan antiguos que se mezclan con la leyenda.

 

 


Cuentan los chinos que hubo una época, ya muy lejana, en la cual las doncellas no podían mostrar su rostro en público, al igual que en otras culturas orientales. Por esta razón, cuando aparecían en presencia de personas ajenas a la familia, se cubrían el rostro con una vistosa y ornamentada máscara

La leyenda continúa diciendo que un gran mandarín dio una gran fiesta con innumerables invitados en una calurosa noche de verano. Este alto funcionario imperial tenía una bellísima hija llamada Kan Si, la cual, sofocada por el agobiante calor, se mostraba inquieta, ya que de buena gana se quitaría la máscara que cubría su rostro para, así al menos, airear su cara, pero las reglas sociales se lo impedían. Después de mucho pensar llegó a una solución satisfactoria para todos, se desprendería de la máscara y se la acercaría y alejaría rápidamente de su cara de forma que nadie le viera el rostro, con lo que no violaba la norma social, pero también de forma que éste estuviera, por momentos, aliviado de la máscara. Resueltamente optó por practicar lo pensado y comprobó que el remedio era mucho mejor de lo que había supuesto, pues al batir el aire con la máscara, el rostro recibía el aire desplazado y éste se refrescaba rápidamente.

En las siguientes jornadas Kan Si mandó fabricar los primeros y primitivos abanicos rígidos, muy parecidos a los hoy llamados paipay, ya que rígida era la máscara que le dio la idea.

Según los últimos estudios de los eruditos esta leyenda data de mediados de la dinastía Chou (1122-255 a.JC), aunque otros sitúan el nacimiento de este primitivo abanico en fechas posteriores. Sea como fuere, el descubrimiento de Kan Si se extendió rápidamente por toda China y llegó un momento en que la costumbre de abanicarse sobrepasó las fronteras chinas y se propagó por todo el mundo oriental.

Posteriormente se desarrolló en Japón el abanico plegable tal y como hoy lo conocemos, y al que los japoneses llamaron sentsu.

Prontamente el sentsu se fundió con el sentir del pueblo japonés, de tal forma que se podían contemplar abanicos tanto en los campos de arroz como en las casas de té o en las representaciones de teatro Kabuki; y no lo usaban tan sólo para darse aire, sino que crearon un complejo lenguaje con el movimiento del abanico para darse secretos mensajes. También se usaban como adorno dentro de la casa, para lo cual se escogían los más bellamente decorados.

El sentsu estaba constituido de diferentes varillas fabricadas de una madera de gran calidad llamada hinoki. Cada abanico solía llevar un número determinado de varillas ya que por el número de varillas se podía saber la importancia social del portador, pues a más varillas mejor posición. El abanico con mayor número de varillas, treinta y nueve, pertenecía a la emperatriz.

A pesar del éxito del abanico plegable, el abanico rígido no desapareció en Japón, pues se siguió usando como estandarte y señal de autoridad por los militares de importancia, incluso en la actualidad se sigue usando en los combates de Sumo, siendo portado por los árbitros de este deporte.

Con posterioridad los japoneses idearon un abanico con el marco y las varillas de metal al que llamaron tessen.

El nacimiento del tessen fue el resultado de la necesidad que tenía el samurai de saberse protegido constantemente: en la antigüedad existía en Japón una costumbre social impuesta, que decía que cuando un samurai era invitado a entrar en una casa debía dejar en la entrada sus armas y sus sandalias; las sandalias  se dejaban para no manchar el piso de tatami, y las armas como símbolo de que el samurai confiaba en la buena disposición de su anfitrión; la no observancia de esta regla equivalía a la pérdida del honor. Cuando el recién llegado penetraba en la estancia y era invitado a ponerse cómodo, éste se sentaba arrodillado sobre los talones, dejaba el abanico plegado ante él, a unos treinta centímetros de sus rodillas y paralelo a sus hombros, y hacía una inclinación de cuerpo y cabeza a modo de reverencia en honor al dueño de la casa, poniendo las manos planas sobre el tatami a ambos lados del abanico; de esta forma el invitado quedaba indefenso ante el anfitrión, sin armas y en una posición incómoda. Si en ese momento el dueño de la casa decidía atacar insidiosamente a su invitado, éste seguramente quedaría muerto ante sus pies. El portar un abanico de hierro en esos instantes marcaba la diferencia entre la vida y la muerte, ya que con él podía bloquear fácilmente los golpes de katana, e incluso atacar con él.


No se sabe exactamente cuando nació el tessen pero indudablemente fue antes del siglo X, ya que tanto el abanico cortesano, el sentsu, como el de combate, el tessen, llegaron a China, a través de Corea, en la dinastía Sung (960-1279 d.JC).


A su llegada a China, el abanico de metal se estilizó y perdió peso, pues el tessen japonés llegaba a pesar entre kilo y kilo y medio de peso, con lo que su manejo era muy pesado y lento, con golpes muy secos, al sentir japonés, mientras que el sentir chino antepone la velocidad y los movimientos circulares y floridos a la pesadez y los golpes rectilíneos, aunque estos tampoco se desdeñan.


A partir del tessen japonés se desarrolló el Gun Sen, o abanico corto de combate, y el Seuih Sau Sinh, o gran abanico de combate.


DESCRIPCIÓN.

El Gun Sen y el Seuih Sau Sinh son prácticamente iguales, tan sólo se diferencian en el tamaño, y en que en el caso de Seuih Sau Sinh, las varillas son de madera, tan sólo es metálico el afilado extremo de las varillas.

El abanico chino de combate se compone de una serie de varillas de hierro, afiladas en su punta, unidas por medio de dos piezas semicirculares de tela, seda o piel que la emparedan; dichas varillas se aseguran en la cabeza con un pequeño clavo quedando unidas de tal forma que pueden desplegarse o plegarse, abriéndose en semicírculo o cerrándose formando una línea. En general, la primera y la última de las varillas tenían un mayor grosor y cuerpo; a veces se afilaba el primer tercio de los bordes laterales superiores de estas varillas extremas. Algunos abanicos especiales tenían la capacidad de poder desprender algunas de las varillas para poder ser usadas como dardos, sin perder el resto su eficacia.

Los expertos en el manejo del abanico de combate a veces usaban abanicos normales con igual pericia y con tan buenos resultados como con los metálicos.


LA TÉCNICA.

El abanico de combate puede usarse de dos formas claramente diferenciadas: plegado y desplegado.

El abanico plegado. Las técnicas ofensivas consisten en usarlo como una porra, para golpear con los laterales de este de forma devastadora; estos ataques se suelen hacer a las zonas óseas del adversario, sobre todo a la cabeza y a las costillas. También se puede punzar con los extremos del abanico, sobre todo a los puntos vitales, buscándose generalmente la garganta, las costillas o los genitales.

Las técnicas defensivas consisten en bloquear con el abanico los golpes del adversario, ya sea un brazo, una pierna o un arma, con la ventaja de que, si se bloquea un miembro del contrario, este, como mínimo, recibe un gran daño y, a veces, incluso se puede quebrar el hueso, sobre todo cuando se bloquea golpeando las muñecas o los tobillos del enemigo.

También se pueden hacer enganches y agarres usando el abanico como palanca y apoyándose con el antebrazo.

El abanico desplegado. Las técnicas ofensivas incluyen desgarros y tajos con los afilados extremos de las varillas, cuando se usan técnicas circulares, y, utilizando el abanico con técnica rectilínea se puede clavar en el cuerpo del contrario. Estos ataques se suelen hacer a las zonas más sanguíneas del cuerpo (cuello, axilas, ingles, genitales...) para que la pérdida de sangre se traduzca en una menor eficacia del enemigo.

Las técnicas defensivas consisten en bloquear los golpes del contrario con el cuerpo del abanico (las varillas desplegadas), como si este fuera un escudo; esta técnica era especialmente efectiva cuando se usaba para frenar los ataques de pequeñas armas arrojadizas, como dardos o monedas afiladas.

 

El paso del abanico desplegado al plegado y viceversa es sencillísimo y rápido: para abrirlo se empuja con el dedo pulgar hacia la derecha y se termina de abrir con un simple movimiento de muñeca; para cerrarlo es aún más sencillo, simplemente se hace el movimiento de muñeca hacia el otro lado. Por todo ello el combate con abanico se traduce en un bonito espectáculo, abriendo y cerrando el abanico según las circunstancias del combate.

En la antigüedad algunos expertos también usaban el abanico para deslumbrar al adversario para lo cual incrustaban en el cuerpo del abanico (sobre la tela) finas placas de metal pulido, en el que los rayos solares reflectaban por el efecto espejo.

Otros expertos ataban un cordel a la cabeza del abanico (donde se engarfia el clavo), con el fin de poder usarlo como arma arrojadiza (tanto plegado como desplegado), y poder recuperarlo con simple tirón en caso de fallar el tiro.


FINAL.

El estudio del manejo del abanico de combate debe ser primordial para el estudiante de Kung Fu, ya que, además de ser extremadamente su manejo, su efectividad está más allá de toda duda: un simple abanico nos puede sacar de muchas situaciones apuradas.


F. Javier Hernández Pérez

 

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