viernes, 30 de junio de 2023

LA ACTITUD EN LA VIDA Y EN LAS ARTES MARCIALES.

  

El presente texto, en su mayoría, ha sido publicado anteriormente en otros lugares (los cuales indicaré al final de su redacción), pero me gustaría adjuntar antes, a modo de presentación, la que me hizo el editor de la revista española de artes marciales y deportes de combate: “Dragonz Magazine” cuando publicó la primera versión de este texto, el cual verás ampliado en este lugar. Aprovecho para indicar que la fotografía que se puede ver aquí es la que ilustró el texto original en esa revista.

* * * * *

Francisco Javier Hernández, ¡como describirle!, es simplemente una eminencia en el mundo de las artes marciales, una de las personas que junto a Pedro Conde más ha influido en la formación de los artistas marciales españoles de los últimos cuarenta años, a través de sus magníficos artículos en las revistas del género. Cuando contacté con él –o él contacto conmigo, ya no lo recuerdo- (fue él quien contactó conmigo y me propuso escribir en su revista), no podía creer que fuera a escribir para “Dragonz Magazine”; su apoyo incondicional, desde el número 1, ha sido muy importante para mí. Pero es que además, detrás de sus textos, existe una historia de superación personal, que al igual que la de Juan Hombre, Mario Padilla o Raúl Gutiérrez, va más allá de lo humano, y es sin duda por sus años y años de preparación en las artes marciales. Por su actitud.

Ignacio Serapio.


* * * * *

EM = (C + H) x A. Con esta fórmula expreso que la Eficacia Marcial es igual a la suma de los Conocimientos técnicos y las aptitudes y Habilidades físicas multiplicadas por la Actitud, en la cual el parámetro más importante es la ACTITUD. El presente texto presenta un ejemplo de actitud, la actitud que siempre he tenido ante la vida.


Mi primer acercamiento a la cultura oriental fue con doce años, cuando cayó en mis manos un texto de filosofía china gracias a mi tío Gregorio. Ahí comenzó mi pasión por Oriente en general y por China en particular.


Cuando comprendí que las artes marciales chinas eran un reflejo de su filosofía fue cuando me interesé por estas, pero había varios problemas. El primero, que en 1971 solo se enseñaba en España Judo y Karate y no las artes chinas que yo quería aprender. Y, segundo, que mis aptitudes y capacidades físicas eran nefastas… ya que con doce años ya pesaba ciento siete kilos debido a una obesidad mórbida congénita.


Esto no me detuvo, pues mi actitud, mi voluntad, siempre ha sido fuerte, por lo que en 1973, a los quince años, comencé a entrenar Judo y Karate Shotokan a un tiempo, intentando suplir lo que no tenía.


Un año después tuve una gran suerte. Un amigo y compañero de instituto (Miguel Aragón) me indicó que estudiaba desde hacia dos años el estilo Chino-vietnamita Yô Kung-fu (fundado por Yuen Manh Tchen, un maestro afincado en Francia, al cual entrevisté años después) cuando acudía en los meses de veraneo a su escuela, y que necesitaba un sparring para practicar con el fin de no olvidar conocimientos hasta el siguiente año. Al saber de mi pasión por las artes marciales y filosofía china, me propuso enseñarme lo que sabía mientras le ayudaba en su entrenamiento; a esto le siguió, con el tiempo, el aprendizaje de las bases del estilo Chu Ji Chang Ch’uan de manos de Chen, un camarero del restaurante chino de mi amiga We-wei, al cual enseñaba, como intercambio técnico, lo que aprendía con Miguel, que también se aprovechaba de los conocimientos de Boxeo Largo que yo le trasmitía.


En 1976 conocí a Jesús Esteve, cuando este hacia el servicio militar en el Ministerio del Aire de Madrid, el cual me trasmitió sus conocimientos de Shang Chi’Do Ch’uan, al tiempo que yo le enseñaba lo que había aprendido hasta la fecha. Jesús posteriormente sería considerado como uno de los pioneros del Departamento de Kung-fu de la Federación Española de Karate y maestro de Sang-Pu.


Además de esto continué estudiando todo lo que caía en mis manos sobre filosofía, cultura y artes marciales chinas, pero también japonesas, coreanas… supliendo mis escasas aptitudes físicas con el conocimiento técnico-marcial y anatómico, pues comprendía que cuanto más supiera sobre los secretos de cómo y por qué funcionaban las cosas a nivel técnico y anatómico podría potenciar mi físico, llegando a conseguir una elasticidad envidiada por muchos a fuerza de mucho trabajo, sacrificio y dolor.


A finales de 1977 conseguí mi primer cinturón negro y dos años después admitieron publicar mi primer artículo en una revista especializada (“El estudio del Tao” en la revista decana española de artes marciales: “El Budoka”).


En 1980, tras una intensa entrevista con el editor Mariano Alonso (Dios le tenga en su Gloría) entré a formar parte de la redacción fija de la revista española de artes marciales “Dojo” en donde publiqué cientos de artículos hasta que desgraciadamente tuvo que cerrar hace pocos años. Esto no me impidió publicar en otras muchas revistas (españolas y extranjeras), como “Cinturón Negro”, “Top Boxers”, “Ring & Tatami”… y en los últimos tiempos en “Dragonz Magazine” y “Espíritu Guerrero”, con mi nombre o bajo pseudónimo.


Gracias a “Dojo” tuve la facilidad de conocer y entrenar con innumerables maestros, lo cual me hizo evolucionar y demostrar que una persona obesa, con voluntad y actitud, podía ser un excelente artista marcial.


Cuando conocí a Jhon Fanning, maestro de Ming Ch’uan, también obeso, me reafirmó en mi actitud positiva y, tras largas conversaciones, surgió la semilla de atreverme a fundar mi propio estilo, pues mi conocimiento superaba las restricciones de uno solo, pues ya era cinturón negro en varias disciplinas y profundo conocedor de la filosofía y conceptos teórico-prácticos de varios estilos chinos. Por todo ello, en 1984 comencé a fundar las bases de mi estilo, aunque no fue hasta finales de 1986 que no asenté plenamente sus bases técnicas con personalidad propia. Ahí nació el Ming Ch’uan Chai T’ien (El Boxeo Esplendoroso del Clan Celestial), el cual incluye en su nombre las palabras Ming Ch’uan (con distinto significado), como homenaje respetuoso a aquel que me animó a fundar mi propio estilo, pero no hay que pensar que sea una derivación del Ming Ch’uan de Fanning, pues es un estilo completamente distinto.


Parte de la gestación de mi estilo la pase “en dique seco” estudiando, fundiendo todo mi saber en conceptos claros y específicos, mientras estaba convaleciente de una grave lesión sufrida durante mi servicio militar realizado en la Brigada Paracaidista de Tierra (BRIPAC), allí, durante unas maniobras sufrí un gran traumatismo que me desplazó la rótula izquierda, afectando los ligamentos periarticulares. Los médicos indicaron que si no me operaba la rodilla en un par de años acabaría andando con ayuda de bastón, pero mi voluntad y actitud no estaba por la labor, con ejercicios específicos de wei-cheng/chi-kung logré que la rodilla se recuperara lo suficiente como para hacer de apoyo cuando pateo con la derecha.


No acabó ahí la cosa, con el tiempo tuve una tromboflebitis en la pierna izquierda, con graves problemas vasculares que hacían que las venas reventaran con grandes y graves hemorragias, que tuvo como resultado el pasar por quirófano para extraer la vena safena interna desde el tobillo hasta la ingle, con todo lo que esto acarrea, pero mi actitud se mantuvo y seguí entrenando y aprendiendo. Ni los problemas de salud ni la fundación de mi estilo frenaron mi evolución marcial, pues seguí estudiando y trabajando en pro de las artes marciales. Con el cambio de siglo pesaba ciento cincuenta y seis kilos, poseía titulación de monitor de Boxeo Inglés, cinturón negro (o su equivalencia) en varios estilos chinos (incluyendo el Wu-shu Moderno), deportes de combate, arnis filipino…, además de ser Presidente de la Asociación Española de Kung-fu, Vicepresidente de la FECAACYM, Director de Organización de la Federación Española de Kick-Boxing (FEKB), miembro de sus Tribunales de Grados… y siempre demostrando que la actitud supera a la aptitud. (Puedes ver parte de mi curriculum actualizado en la sección: “Presentación del autor”, dentro de este Blog).


En el mes de agosto de 2013 mi actitud tuvo un gran reto… tras unas horas de fuertes dolores abdominales, y tras acudir al servicio de urgencia del hospital, detectaron que tenía una oclusión intestinal producida por un cáncer de colón que obligó a los cirujanos a intervenir en cuanto quedó un quirófano libre. Allí me extrajeron un gran tumor situado en el colón transverso y tuvieron que proceder a hacerme además una colostomía, esto es, fabricar un ano artificial a nivel abdominal para que las heces salieran al exterior y se almacenaran en una bolsa plástica que se iba cambiando de tiempo en tiempo. El tratamiento no acabó ahí, sino que tuve que sufrir varias operaciones más y pasar por un tratamiento de quimioterapia de seiscientas horas (doce ciclos de cincuenta horas cada quince días). Muy duro, pero la actitud me ha hecho superarlo con crecer.


Años después, con casi treinta kilos menos, los cirujanos me pudieron reconstruir el colon, librándome de la molesta colostomía, y continúo recuperándome, aunque uno de los componentes de la quimioterapia me produjo problemas neuropáticos (sobre todo en la pierna derecha) con fuertes dolores neurales y pérdida de equilibrio que me impiden patear como lo hacia antes, pero la actitud lo es todo, en dos años de tratamiento y operaciones, solo falté a cinco o seis de mis clases (programando las intervenciones quirúrgicas más graves en el mes de agosto para faltar lo menos posible), enseñando a mis discípulos con mi ejemplo.

 

(Hasta aquí transcribo lo indicado en las distintas publicaciones anteriores, tras lo cual modifico su conclusión al ampliar la información contenida con nuevos datos, ya que ha pasado un tiempo desde la aparición de esas publicaciones).


En la actualidad, en los últimos cinco años, el dolor neuropático se ha incrementado, al que hay que sumar el producido en las articulaciones por una artrosis degenerativa congénita muy avanzada (vaya herencia genérica que tengo, entre el Síndrome de Lynch que provoca mi cáncer, mi obesidad mórbida…, menos mal que decidimos no tener hijos que, sino, les habría fastidiado su salud y calidad de vida), lo que da como resultado que ahora apenas pueda andar, haya dejado de impartir clases regulares en centros deportivos, y estoy considerado por los organismos oficiales como una persona dependiente (de grado “dos” de cinco que tiene la escala de gravedad, siendo el grado “uno” el más grave), reconociendo el Estado español que necesito ayuda para desenvolverme en mi quehacer diario, menos mal que para escribir solo se necesitan conocimientos y experiencia además de una cabeza despierta, cosa que aún poseo. Aún me llaman maestros de diversas artes marciales para que imparta cursos y ponencias, lo cual hago desde una silla (las segundas) o permaneciendo en pie (los primeros), además de continuar haciendo demostraciones técnicas (sobre todo ante maestros y cinturones negros de alta graduación), simplemente soltando el bastón con el que me ayudo a desplazarme y realizando las técnicas sin apenas moverme del lugar, lo cual me ha obligado a ser mucho más efectivo con un mínimo desplazamiento, algo que, la verdad, me ha beneficiado (no hay mal que por bien no venga), pues me ha hecho pensar y buscar soluciones en los principios y conceptos técnicos más refinados, con lo que ahora soy mucho más efectivo sin apenas moverme, algo de lo que se beneficia todo aquel que me ve y analiza mis actuaciones (y los discípulos a los que enseño), demostrando que sabiendo y comprendiendo el porqué se puede mejorar el cómo (hacer de que sea).


(Y ahora retomo el final del texto publicado anteriormente, modificándolo mínimamente).


Las artes marciales, a cambio de mi actitud, me lo han dado todo: un objetivo en la vida, autoconocimiento, fortaleza de cuerpo y espíritu…, todo lo cual me reafirma en el convencimiento de que la actitud lo es todo, que nuestro entrenamiento nos endurece físicamente y nos enseña a admitir las cosas como vienen, luchando contra la adversidad y superando nuestras limitaciones, además, continúo aprendiendo (siempre insisto en que solo soy un estudiante con medio siglo de experiencia en el Camino Marcial, y por ello puedo mostrar a otros los errores que cometí y enseñarles como los corregí), continúo transmitiendo mi estilo y sus valores a mis discípulos y a sus alumnos, imparto ponencias de alto nivel junto a otros grandes maestros, continuo publicando artículos y libros… y la vida es maravillosa.


F. Javier Hernández.

 

ooo000ooo 

La mayor parte de este texto se publicó con anterioridad en la revista española de artes marciales y deportes de combate “Dragonz Magazine”, en su número 11, correspondiente al mes de noviembre de 2015 (con el título de: “Actitud y eficacia marcial”), y también ha sido difundida a través de Internet en las siguientes páginas: Dragonz Martial Arts & Combat Sports” (el día 19 de septiembre de 2017) y “El Club del Cinturón Negro, Artes Marciales y Deportes de Contacto” (el día 13 de agosto de 2019, publicado por Pol García, con el título: “Javier Hernández, referente mundial de las Artes Marciales Chinas”), a cuyo texto se le agregó una pequeña introducción (“El Maestro Francisco Javier Hernández ha publicado más de mil artículos sobre el mundo marcial, además de ser uno de los pioneros del Kung-fu en España. Nos hacemos eco de las palabras de Ignacio Serapio, editor de la revista “Dragonz Magazine”: Javier Hernández… ¿cómo describirle?...”), y a partir de ahí seguía el texto superior.


* * * * *

Aprovechando que usé en el texto principal la fórmula: EM = (C + H) x A, incluyo esta otra: PC = SC + (C + E), esto es, el Pensamiento Correcto es igual a la suma del Sentido Común y a la dualidad Conocimiento y Experiencia, en donde el parámetro más importante es el SENTIDO COMÚN; por lo que con Actitud y Sentido Común podremos llevar una vida ordenada y fructífera.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

REFLEXIÓN DE LA SEMANA.

  "P rovocar el despertar es mas difícil que simplemente mostrar o enseñar, pero es mas enriquecedor, tanto para el discípulo como para...

ENTRADAS MÁS LEÍDAS