Las Formas se realizan en todas
las Artes Marciales conocidas y constituyen la quintaesencia de dichas artes,
siendo nombradas con diferentes nombres dependiendo del idioma empleado; por
ello, en japonés se las denomina como Kata, Kuen o TaoLu en chino, Pumse o
Hyong en coreano, La Han o Thao Quyên en vietnamita, Juru en indonésico,
etcétera, y reúnen dentro de sí la diferenciación técnica del Arte Marcial al
que pertenecen, siendo, en muchos casos, su sello de identidad, pues,
observándolas, se pueden reconocer los principios y conceptos principales del
arte marcial realizado, así como gran parte de su arsenal técnico.
Las Formas consisten en realidad
en una coreografía, esto es, en un encadenamiento de movimientos técnicos que
el practicante de Artes Marciales realiza sin compañero, constituyendo un
entrenamiento en solitario destinado a aprender, asimilar, practicar y
perfeccionar los movimientos principales de ataque y de defensa contra uno o
varios adversarios imaginarios. Dicho en otras palabras, la Forma es un combate
en solitario que permite progresar en la técnica y, por consiguiente,
perfeccionarla.
Los movimientos técnicos incluidos en las Formas son aquellos que
constituyen la técnica básica de los estilos marciales y, en muchas ocasiones,
es por lo que se distinguen a primera vista unos de otros parecidos y, por
ello, a través de ellas permite diferenciarlos. Los movimientos técnicos a los
que me refiero pueden ser de una amplia variedad, desde las diversas posiciones
básicas, o las posturas o guardias básicas del estilo, hasta el arsenal técnico
defensivo u ofensivo, esto es, los diversos tipos de esquivas, desplazamientos,
defensas y contraataques, estos últimos casi siempre atacando las zonas más
vulnerables del cuerpo del adversario, ya sea con los miembros superiores
-brazos, codos, antebrazos, muñecas, manos o dedos- o los inferiores -rodillas,
tibias y pies-.
INTRODUCCIÓN.
Es muy importante para el
enriquecimiento intelectual el conocer el origen de las cosas, el conocer por
qué ocurren y sus verdaderos significados, pues de esta forma podremos tener un
mejor discernimiento y comprenderemos mejor el mundo. Esto ocurre también con
las Artes Marciales; cuanto más sepamos, mejor podremos evolucionar en su
estudio teórico y práctico, alejándonos de falsedades y equívocos, pues cuando
no hay verdadero conocimiento alguien se puede desmarcar con ambigüedades e
imprecisiones y dar lugar a errores cuando no a introducir mentiras para salir
del paso, que quedan fijadas como verdad a fuerza de repetirlas.
Recuerdo que hace años,
preguntando a un “maestro ninja” el porqué de una tsuba romboide (el
guardamano) en el sable recto que usaban los antiguos shinobi/ninja, en
lugar del guardamano circular u ovalado que solían usar los samurai, este señor
me indicó que era para diferenciar la espada de la que usaban los samurai;
al indicarle que era un poco absurdo este detalle me dijo que además de esto
era para propiciar los buenos augurios en la misión encomendada. Impresionante.
En ese momento supe que ese señor de maestro no tenía nada y me quería dar gato
por liebre pues la respuesta es mucho más sencilla: la tsuba se podía
usar como primer apoyo cuando se iba a escalar una tapia o un muro colocando el
pie encima e impulsándose posteriormente, si al apoyarla contra el muro fuera
ovalada o circular, como las habituales usadas en las katanas, esta rodaría y
el ninja caería al suelo. Simple y llanamente eso. Por eso es importante
el conocimiento histórico veraz.
LA PREHISTORIA DE LAS FORMAS.
Ante todo he de indicar que,
cuando nos adentramos en la historia de la antigüedad nos encontramos con el
llamado Principio de la Incertidumbre de la Información, que indica que cuanto
más retrocedamos en el tiempo para averiguar los verdaderos hechos acaecidos en
la Historia menos fiable es la información encontrada, y además sin importar lo
que hagamos para obtenerla, pues muchos datos se pierden en la nebulosa del
recuerdo humano; y eso mismo pasa con este tema pues, para analizar el origen
de las Formas, habría que encontrar antes sus antecedentes, que son mucho más
antiguos y, por tanto, mucho más difícil de descubrir. Por ello, como muchos
historiadores, deberé usar los pocos datos históricos fiables que existen y,
con ello, extrapolar datos y (incluso) hacer uso del ingenio, para poder
desentrañar la posible solución, que no podré demostrar, como pasa con muchas
teorías prehistóricas, pues no existen pruebas documentales de ello, pero creo
que mi teoría no anda desencaminada.
Las Formas no surgieron por
generación espontánea ni por inspiración divina, tampoco hay que hallarlo en un
simple momento de genialidad de alguien en particular, sino que el origen de
las Formas es, en realidad, fruto de una evolución lógica del entrenamiento
marcial, por lo que, para encontrar dicho origen, habría que profundizar en los
orígenes del aprendizaje de las artes guerreras, pues allí podremos encontrar
la prehistoria de las Formas.
La génesis de las técnicas guerreras
hay que hallarla en las primeras grandes civilizaciones, que debieron su
fortaleza y expansión sobre otros pueblos gracias a su organización militar, la
cual exigía una metodología que procuraba a los soldados de una habilidad
guerrera sin precedentes, con la que lograban superar a otras culturas por la
fuerza de las armas y la ciencia guerrera aplicada.
Es en la antigua Sumeria, en el
sur de Mesopotamia, la llamada “Cuna de la Civilización”, donde se encuentran
los orígenes de dicha metodología marcial y, por ello, de la prehistoria de las
Formas. En los pictogramas encontrados en las ruinas del templo de Khafaje,
cercanas a Bagdad, en Irak, que datan de hace unos seis mil años, podemos ver
representados numerosos grupos de soldados que se adiestran en las bases de las
combinaciones técnicas de defensa y ataque, que constituyen la primera fase de
la prehistoria de las Formas. Lógicamente, estas combinaciones técnicas se
realizaban con las armas que solían usarse en la guerra de aquellos tiempos,
sobre todo: lanza y espada en asociación al uso del escudo.
Los veteranos guerreros se
dieron cuenta a través de la experiencia, que si se practicaban varias veces un
ataque o una defensa que les había resultado beneficiosa en combate, se les
quedaba fijada en el cerebro y ya no se les olvidaba, siempre y cuando volvieran
a practicarlas de cuando en cuando, y por ello, se ejercitaban en dichas
combinaciones técnicas siempre que tenían ocasión. Con el tiempo, este tipo de
práctica se trasladó a la enseñanza de los aspirantes a guerrero.
En estos violentos años algunos
expertos guerreros, generalmente de mayor edad, tenían como misión el iniciar
en las bases del manejo de las armas a una multitud de jóvenes, alistados muchas
veces por la fuerza, con el fin de que en pocas sesiones pudieran desarrollar
su labor en el campo de batalla. La mejor forma que tenían estos adiestradores,
veteranos curtidos en las batallas, era trasladarles su experiencia en combate,
y alguno de ellos pensó que la enseñanza de las combinaciones técnicas que tan
bien le habían servido a él sería una excelente forma de instrucción guerrera,
y por ello comenzó a enseñarles las combinaciones técnicas que a él le habían
servido, comenzando por una serie de defensas sencillas ante los ataques más
comunes que el enemigo pudiera desarrollar, esto es, realizando un simple
bloqueo ante un ataque imaginario, seguido por un ataque y, después, cambiando
el tipo de ataque demostrando la defensa eficaz ante este, y así sucesivamente.
En esta primera fase de la
prehistoria de las Formas, las combinaciones se realizaban sin continuidad,
aunque, con el tiempo, se les agregaron dos o más ataques, defensas y
contraataques, apareciendo en escena las secuencias técnicas, que mejoraron el
aprendizaje guerrero al dotar a los soldados de una continuidad con las que con
las simples combinaciones no se lograba.
Con el tiempo, este tipo de
enseñanza codificada demostró ser un método eficaz de fijar una serie de
técnicas en la memoria del soldado, por lo que los expertos en combate tomaron
nota rápidamente de su hallazgo, lo ampliaron, lo desarrollaron y lo
perfeccionaron, extendiéndose todo ello con sus conquistas. (Este método es tan
eficaz que actualmente persiste en los ejércitos de todo el mundo).
Esta forma de aprendizaje se
trasladó posteriormente a oriente, vía Cachemira, en el norte de la India, y de
Mesopotamia a Egipto y, de ahí, a Europa a través de Creta, con la civilización
minoica, que influyó en la cultura griega y esta en los posteriores romanos. Es
lógico suponer que estas técnicas de entrenamiento guerrero se trasladaran de
Egipto a Creta, pues esta agreste isla mediterránea, situada al sur del mar
Egeo, está enclavada frente al delta del Nilo; de allí se trasladaría el
conocimiento guerrero a la península balcánica, esto es, a la Grecia clásica.
EL ORIGEN DE LAS FORMAS.
Gracias a los restos
arqueológicos encontrados en las afueras de la moderna localidad de Anyang (la
antigua Yin Hu, capital de la dinastía Shang), en la provincia de Henan,
sabemos que la “prehistoria” de las Formas en China ya estaba muy extendida en
tiempos de la antigua dinastía Shang (1766-122 a.JC.), entrenándose las tropas
con combinaciones y secuencias guerreras. Esto les vino muy bien durante siglos,
pero, al incrementarse el número de técnicas efectivas a practicar, alguna de
ellas dejaba de ser practicada por olvido, y con el tiempo desaparecía de la
instrucción; para evitar esto, algún anónimo y experto luchador, creó las
Formas.
El origen de las Formas hay que
buscarlo en China, en las épocas inmediatamente anteriores a la Dinastia Ch'in
(221- 206 a. JC.), muy posiblemente en la Era de los Estados Guerreros de la
Dinastía Chou oriental (403-221 a.JC.), en los albores del Imperio Antiguo.
En dicha época la autoridad
había perdido totalmente el control sobre los jefes locales, los cuales se proclamaron
príncipes, dominando gran parte del país, y declarándose constantemente la
guerra con el fin de lograr la absoluta hegemonía, reunir todo el poder y
comenzar una nueva dinastía.
No existe información documentada
con respecto a ello, pero seguramente ocurrió de la siguiente manera: un
instructor de combate, antes de transmitir sus conocimientos en una sesión de
entrenamiento a los soldados encomendados a su cargo, repasaría las combinaciones
y secuencias que iba a enseñar en esa jornada y las practicaría una detrás de
otra, uniendo los movimientos de ataque y defensa casi sin darse cuenta de lo
que estaba haciendo. Después de haber terminado de realizar ese rápido repaso
de las técnicas que iba enseñar, se dio cuenta de que sería mucho más fácil
memorizar y entrenar varias técnicas encadenadas, que memorizar y entrenar cada
técnica individualmente, y, además, sería mucho más difícil el dejar de
entrenar alguna combinación por descuido, por lo que se evitaría que se
perdiera en el olvido.
Otra posible génesis de las
Formas puede haber ocurrido de la siguiente manera: era un hecho habitual que
los oficiales del ejército, al tener más tiempo para ejercitarse en su
entrenamiento marcial, que realizaran “combates” imaginarios al aire, desplegando
las técnicas más comunes y usadas en el combate, desarrollando ataques y
defensas, desplazamientos y esquivas, de forma sucesiva y dejándose llevar por
la imaginación, la espontaneidad y la fluidez de movimientos, apoyándose en la
máxima taoísta: “wu-wei tzu-jan”,
esto es, “no fuerces la acción y sé
espontáneo”. Esta práctica, aunque fuera extendida, no puede decirse que consistiera
en ningún tipo de Forma, pues el ejecutante no desarrollaba una coreografía
perfectamente diseñada y ejecutada invariablemente, sino, como indico, era un sistema
de entrenamiento impensado, pero si es posible que hubiera inspirado el método
de entrenamiento que llegarían a ser las Formas, al ir enlazando y aglutinando
efectivas técnicas guerreras que se repetían sin cesar.
No importa mucho cual fue el
primer diseñador de Formas y como lo hizo, lo realmente importante es que este sistema
de aprendizaje fue extendiéndose entre los oficiales y suboficiales del
ejército al comprobar sus beneficios y ventajas y, aunque en un principio lo
usaban como método propio de entrenamiento, con el tiempo lo trasladaron al
entrenamiento de los soldados a su cargo transformándolo como método habitual
de formación guerrera.
Con el tiempo este método de
enseñanza demostraría ser más eficaz que el antiguo, pues el anterior creaba en
el combatiente un reflejo condicionado e inconsciente de detenerse unos
segundos, después de haber realizado una combinación o una secuencia completa,
que era lo que se hacia con el anterior método, esto es, se realizaba la combinación
o secuencia y se volvía a la posición de firmes para volver a realizar la combinación
o la secuencia nuevamente y así sucesivamente. Este tipo de entrenamiento
creaba en el luchador un titubeo entre técnica y técnica, un titubeo que podía
llegar a costarle la vida. Sin embargo, el nuevo método de series técnicas, o
Formas, lo que hacía era dotar al combatiente de una movilidad que antes no
tenía, ya que pasaba de una técnica a otra con una rapidez y coordinación
impensable hasta la fecha, y además les dotaba de algo muy importante en el
combate, la capacidad de traslación con los desplazamientos espaciales, cosa
que apenas se realizaba con el anterior sistema.
Resumiendo, la evolución fue la
siguiente: de las combinaciones se pasó a las secuencias, y de estas a las
series técnicas primitivas que con el tiempo se transformarían en lo que desde
hace tiempo denominamos: Formas.
Poco a poco este método de
encadenamiento de técnicas (la Forma) se fue extendiendo por toda China, dada
su indudable eficacia, tanto por los beneficios antes expuestos como por la
ventaja adicional de que no se olvidaban técnicas efectivas -ya que se
entrenaban y practicaban dentro de una serie-, lo que además dio como resultado
un gran impulso a las Artes Marciales con armas y, posteriormente, sin ellas.
Primero se extendió entre las distintas escalas guerreras (militares y
policiales) y después entre las sociedades de guardaespaldas y escolta-caravanas;
sólo mucho más tarde se comenzó a adoptar por los artistas marciales populares
de toda escala social.
Con el tiempo, las Formas
constituyeron la base personalizadora de los diferentes estilos de Artes
Marciales Chinas, ya que las principales, avanzadas y secretas técnicas del
estilo en cuestión se introducían y repasaban por medio de series técnicas.
Un paso más en la historia de
las Formas es el encadenamiento de técnicas realizadas por dos combatientes,
las denominadas como Forma a dos (por ejemplo: Tao Chien o Seung Jeun, en
chino, o Song Luyên, en vietnamita), en las cuales dos artistas marciales
comparten una férrea coreografía que les impele a imitar un combate realizado
de forma programada, desarrollando ataques y defensas básicos (y a veces
elaborados) que son repelidos por el contrincante/compañero, lo cual les dota
además a sus practicantes de una coordinación, reflejos, y dureza en los
bloqueos (al golpearse entre ellos), que no se lograba con la Forma en
solitario.
Estos dos métodos, Formas en
solitario y Formas a dos, con el tiempo fueron extendiéndose por toda Asia,
mezclándose con la idiosincrasia de los pobladores del lugar, dando lugar a
numerosísimos tipos de Formas incluidas dentro de diferentes Artes Marciales.
Hay estudiosos que indican que
este tipo de adiestramiento ya se realizaba en la Grecia clásica con las danzas
pírricas, pero yo, al igual que otra corriente de investigadores, no estoy de
acuerdo, pues éstas eran sólo danzas de guerra que se desarrollaban en la
Grecia más antigua, en la que los danzantes, portando armadura de guerra, caso,
escudo y lanza, festejaban ceremonias, funerales y festividades, y no tenían
ninguna connotación guerrera real de entrenamiento. Eran, salvando las
distancias, como las danzas tribales africanas, o como las danzas castellanas y
vascas en España, en el que los danzantes chocan palos entre sí. Por ello,
reivindico el origen chino de este tipo de entrenamiento marcial.
LA VARIEDAD DE LAS FORMAS.
Las Formas se diseñaron con el
fin de trasmitir lo mejor posible el arsenal técnico ofensivo, defensivo y
complementario del arte marcial en particular que se practicaba, pero no solo
con el fin de que no se olvidaran técnicas efectivas, sino también para
trasmitir a los discípulos las bases y principios conceptuales, para que estos
las entendieran mejor; de esta forma podían comprender y perfeccionar la
correcta posición, la defensa y el ataque, la coordinación, el equilibrio, etcétera.
Hay que tener en cuenta que
todas las bases y principios conceptuales pueden tener un origen puramente
físico-técnico, pero también pueden tener un origen más teórico, de filosofía
en movimiento, como es el caso de la aplicación práctica de la Teoría Wu-Hsing,
de los Cinco Elementos o Cinco Fases de
la Energía, o de los distintos estilos más internos, como puede ser el Tai Chi
Ch’uan o los diversos sistemas Wei-cheng, o “Ejercicios de Larga Vida”,
conocidos popularmente con el término de Chi-kung (Qigong, en
pinyin).
Además, hay que comprender que
los distintos estilos chinos pueden estar diseñados para un particular biotipo
genético, esto es, un determinado tipo de complexión física, y ello condiciona
tanto el estilo marcial como, lógicamente, las Formas que en él se estudian.
Incluso hay Formas que buscan un desarrollo físico-muscular completo, los
métodos Lik-Kung, conocidos popularmente como de “Chaqueta de Hierro”,
que son el origen, por ejemplo, del Kata Sanchin de Karate, con el que
se practica el Kiko, o trabajo energético.
El por qué de la proliferación
de tantísima variedad de estilos marciales en la antigua China, muchos de los
cuales han llegado a nuestros días, hay que encontrarla en un hecho comprobado:
en China han convivido desde siempre varios grupos étnicos (han, mogol, manchú,
tangú, ligur…) en continúa lucha por la hegemonía; cuando una alcanzaba el
poder subyugaba a las demás y las otras no paraban hasta que la derrocaban o
perecían en el intento, puesto que las revoluciones eran abortadas a sangre y
fuego. La demostración histórica de la variedad étnica y cultural china se
demuestra en el hecho de que en la actualidad aún hay reconocidas cincuenta y
seis etnias distintas, cada una de ellas con un fenotipo genético-morfológico
distinto, por ello la variedad técnica de estilos para practicarlos personas
muy fuertes u otros diseñados para ser usados por personas más débiles.
Y, eso, hablando solo de China,
cuando el concepto de Forma, exportado por China (o, al menos, inspirado por
China) a otros países orientales, llegó como método de entrenamiento marcial,
esto se amplió aún más, diferenciándose muchos más tipos.
Por: F.
Javier Hernández.
* * *
La presente ponencia, sobre “El
Origen de las Formas”, se realizó el día 26 de octubre de 2019, dentro del acto: “La Magia del Kata”,
celebrado en el Polideportivo de San Fernando de Henares (Comunidad de Madrid),
que fue organizado por el maestro de Karate José Alberto Cuevas Calderón, como
parte de las jornadas de Budosofia de ese año, en las que todos los años
se reúnen varios maestros de distintas artes marciales para compartir sus
conocimientos y experiencias.
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